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El diario en la Historia

Uno de los géneros más universales

A lo largo de la historia ha habido multitud de personas que han usado el diario personal como una herramienta de autoconocimiento, de crecimiento y desarrollo personal. Es posible que no estemos muy desacertados si afirmamos que es una de las formas de escritura más extendidas y populares.

Frecuentemente se publican estos diarios que, además de ser un género especial dentro de la Literatura, forman parte del conjunto de fuentes en las que los historiadores investigan para comprender mejor la vida de estas personas y, además, la situación del conjunto de la Sociedad. A través de las actividades, sueños, deseos, preocupaciones, conflictos y decisiones de una persona podemos hacernos una idea más clara de cómo fue aquella época o qué lleva a una persona a tomar una decisión o realizar una de las acciones que marcó su vida y por la que es reconocido.

Últimamente, con el advenimiento de los blogs y luego las redes sociales, millones de personas se han lanzado a publicar en Internet sus andanzas, impresiones, opiniones, sentimientos y comentarios sobre sus propias vidas o sobre lo que ocurre a su alrededor. A caballo entre ambos mundos, el de los libros y el de las redes sociales, sigue presente el diario personal, quizá preludio de ambos, quizá no, pues tiene sentido en sí mismo.

Un género muy extendido

Desde hace siglos ha existido el “diario de abordo” o bitácora de viaje, muy usado por los grandes viajeros, y de los cuales el más famoso es el de Cristóbal Colón.

Entre las personas que escribieron un diario personal, más íntimo, podemos destacar a filósofos  como Søren Kierkegaard, Emmanuel Mounier o Jiddu Krishnamurti y a activistas y líderes políticos como Roger Casement, Dag Hammarskjöld, Juan Primo de la Guerra, el Conde Ciano,  Joseph Goebbels o Ernesto Che Guevara.

Escritores  como George Byron, Stendhal, León Tolstói, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí, Frank Kafka, Friedrich Hebbel, Gabriela Mistral, Eugène Ionesco, Marguerite Duras, Giovanni Papini, Anaïs Nin, Virginia Woolf, C.S.Lewis, Alejandra Pizarnik, Susan Sontag, Katherine Mansfield, André Gide, Carlos Barral, Mihail Sebastián, Luis Oyarzún, Fernando Pessoa, Jorge Semprún o José Saramago mantuvieron diarios en algunos momentos de sus vidas.

Pintores desde el renacentista Jacopo Pontormo hasta Salvador Dalí o Frida Kahlo nos dan claves para interpretar sus obras en sus escritos íntimos. También grandes músicos, como Mozart, que unía a sus pensamientos sus propias melodías en el momento en que fueron inspiradas, o bailarines famosos, como Vaslav Nijinsky.

Científicos como Madame Curie o Alexander Fleming dejaron huella en sus cuadernos de su “eureka” personal, mientras que investigadoras como Matilde Ras descubrieron la unión entre contenido conceptual y expresión grafológica de un texto.

Maestros espirituales  como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Carlos de Foucauld, el Papa Juan XXIII, Thomas Merton, Etty Hillesum o el Hermano Roger de Taizé nos dejaron sus intuiciones religiosas y su búsqueda de Dios en sus diarios.

Finalmente, una pléyade de personas sencillas dejaron diarios escritos entre los que, de vez en cuando, descubrimos un tesoro. El diario más publicado de la historia, sin lugar a dudas, es el de una de estas personas anónimas: Ana Frank.

No podemos dejar de mencionar el género literario “Diario”, un tipo de narrativa que imita al diario personal. Hay innumerables libros escritos desde la perspectiva íntima del protagonista, en primera persona. Todavía está reciente el éxito de El Diario de Bridget Jones. En la literatura infantil y juvenil es un recurso muy frecuente. Podemos destacar la ya mencionada e histórica novela Corazón, de Edmondo De Amicis, famosa especialmente por incluir el cuento “De los Apeninos a los Andes”, llevado a la pantalla en la serie televisiva de animación Marco. Recientemente han aparecido varios “diarios” de niños que se están convirtiendo en verdaderos bestsellers de literatura infantil y juvenil: El diario de Greg, de Jeff Kinney; Diario de una chica del montón, de Blanca Álvarez; Diario de un pardillo, de Jordi Sierra i Fabra; y Marcos Mostaza, del aragonés Daniel Nesquens.