El 25 de noviembre de 1937, el soldado republicano Vicente Fuster Ruiz escribió en su diario desde el frente en Córdoba una crónica cotidiana de su día, mezclando detalles triviales como el desayuno, juegos de damas o cenas con episodios bélicos, sin dramatismo ni juicios. Su diario, escrito con meticulosidad y sin apenas signos de puntuación, revela una visión casi neutral y práctica de la guerra, centrado en la rutina y la supervivencia.
Fuster, natural de Meliana (Valencia), pasó 758 días en el frente con la 115ª Brigada Mixta de Sanidad Militar durante la Guerra Civil Española. Nunca habló de su experiencia ni con su mujer ni con sus hijos. A su muerte en 1999, su familia descubrió, escondidas en una caja de zapatos, 13 libretas que contenían su diario de guerra completo.
Su hijo, Vicente Fuster, tardó décadas en tener el ánimo para leerlas y, finalmente, en 2022, empezó a transcribirlas con ayuda de una lupa y un dispositivo casero. Lo que descubrió fue una guerra narrada sin heroicidades ni ideologías, con descripciones de comidas, visitas, traslados y momentos de tensión que se alternan con absoluta naturalidad. Incluso relata cómo su novia Pilar —quien luego sería su esposa— lo visitó en el frente.
La última entrada, del 18 de abril de 1939, refleja la emoción del regreso tras el final de la guerra. En ella, describe con alegría cómo consiguió su salvoconducto, compartió comida con sus compañeros valencianos y subió al tren de vuelta a casa, ansioso por reunirse con sus seres queridos.
Este testimonio silencioso ofrece una visión humana y cotidiana del conflicto, alejada del relato épico o político habitual, mostrando cómo se vivía la guerra desde la intimidad del soldado raso.
He aquí la última entrada, el día que volvió a casa:
«Nos levantamos a las 7,35 de la mañana, el día estupendo y buen sol, estamos impasientes (…) nos dieron la comida, lentejas con carne y tocino, plato lleno y de pan conseguí dos chuscos y medio, comimos estupendo y aún me comí medio plato mas de lentejas, estamos esperando nos hagan los salvaconductos, ya tenemos más alegria, unos amigos que están de cocineros a nosotros seis Valencianos que somos, once latas de carne en conserva para el camino, esto va muy bien (…), a las 12,40 h., se pusieron a nombrar salvaconductos, Almeria, Málaga, Granada, Cadiz y por fin Valencia, el corazón latia con nerviosidad, nos dieron el salvaconducto y entonces descansamos, con mucha alegría cojimos el equipo y a la salida nos dieron un chusco cada uno, estamos arreglados para todo el viaje (…) , apenas llegamos a la estación cambiamos un chusco por un litro de vino y nos comimos otro chusco, una latita de carne y nos bebimos el vino, son las 2 h.,de la tarde, el tiempo es estupendo, por fin llegó el tren, nos precipitamos todos para subir, ya estamos dentro, al poco emprende la marcha lenta, poco a poco nos vamos acercando por fin a Valencia iiY PODER VOLVER A VER A TODOS NUESTROS SERES QUERIDOS!!».
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El País: Descubre en Valencia en una caja de zapatos el diario de su padre en la Guerra Civil de la que nunca habló | Noticias de la Comunidad Valenciana | EL PAÍS
Pie de foto de portada: Vicente Fuster muestra las libretas de su padre, donde escribió sus diarios durante la Guerra Civil. Foto: Mònica Torres