Como en todo buen libro, vamos a escribir en nuestro diario una poesía o cita inicial, algo que nos venga a la mente y al corazón, algo que nos hable de vida, de camino, de esperanza… Puede se una dedicatoria. O quizá recordemos los versos de una canción, un poema, una oración, una frase… También la podemos componer ahora, al comenzar este diario por primera vez.
Como espacio y tiempo sagrado que es tu diario personal, se merece una buena inscripción o dedicatoria en el frontispicio.
Seguro que, si cierras los ojos, en estos momentos hay resonando una canción que es como tu música de fondo, que te anima a caminar y soñar, de un grupo o cantante que te gusta. Podría ser un buen inicio.
Pero, si no se te ocurre nada, siempre están los poetas, que vienen en nuestro auxilio. He aquí varios posibles ejemplos:
ROMERO (León Felipe)
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza
siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre
y sin pueblo.
Ser en la vida romero,
romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie
a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa,
ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene
más fino el tacto en los dedos,
decía Hamlet a Horacio, viendo
cómo cavaba una fosa
y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios
los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera…
menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia.
Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
O algunos versos de este poema de Miguel Hernández, que es también una canción de Joan Manuel Serrat:
VUELO
Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.
Amar … Pero, ¿quién ama? Volar … Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.
Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.
Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.
No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.
Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.
Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.
O, si lo prefieres, este otro poema, del poeta argentino E. J. Malinowski:
AHORA
Ahora es el momento de hacer lo que más quieres.
No esperes al lunes, ni esperes a mañana.
Que no aumente ante ti la caravana
de sueños pisoteados. Ya no esperes.
No reprimas por miedo o cobardía.
No postergues la vida con más muerte,
y no esperes nada más de la suerte
que no hay más que tu tesón y tu energía.
Si tu sueño es hermoso, dale forma
como esculpe el arroyo la ribera;
como el viento que vive y se transforma.
Y para que todo resulte a tu manera,
redacta para ti mismo tu norma
y convierte tu otoño en primavera.
O estos versos, donde predominan un profundo sentido de oscuridad y depresión en el momento actual:
…para que en este
ahora desierto
vuelva algún
resquicio de luz
a escalar la vida
y poner a prueba
de alegría
tantos bosques
de tristeza…”
Ana María Fagundo
También los hombres se sienten a veces apabullados por el paso del tiempo. Pero, ¿envejecer es necesariamente un fatalismo?:
No volveré a ser joven CANTADO
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
Quizá, otra forma de diariar, es despojarnos de lo viejo y caduco para dejar florecer al primavera, de nuevo, en nuestras vidas…
A ejemplo de los árboles desnudos…
No es el otoño, no, quien a los árboles
sus hojas arrebata, que son ellos,
son los árboles mismos quienes ceden
sus hojas a los vientos…
Los árboles desdeñan
la estéril pompa del follaje muerto
y con viril austeridad, aguardan
desnudos los rigores del invierno.
¡Saben que solo así la primavera
los vestirá de nuevo!
Alma mía: Estos árboles desnudos
sean para ti ejemplo.
Renuncia, como ellos, a lo vano;
despójate, como ellos, de lo viejo.
Si en ti muere una idea, para siempre
arráncala de ti y échala al viento.
¡Porque son los cadáveres de ideas
la estéril pompa del follaje muerto!
No finjas pensamientos que no pienses,
no sientas con fingidos sentimientos.
Antes que así, desnuda,
resiste los rigores del invierno,
¡Que al cabo tornará la primavera
y a ti también te vestirá de nuevo!
Enrique Ruiz de la Serna (1887 – 1956)
No nos olvidemos de Neruda, con este poema que nos llega tan adentro:
VIDA
La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.
Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.
No es cierto.
Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.
Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.
Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.
No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entres los senos tienes
olor a menta.
Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.
Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.
El que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.
(De Odas elementales de Neruda)
Aquí, sin embargo, se puede apreciar el sentimiento hondo de la esperanza:
A ejemplo de los árboles desnudos…
No es el otoño, no, quien a los árboles
sus hojas arrebata, que son ellos,
son los árboles mismos quienes ceden
sus hojas a los vientos…
Los árboles desdeñan
la estéril pompa del follaje muerto
y con viril austeridad, aguardan
desnudos los rigores del invierno.
¡Saben que solo así la primavera
los vestirá de nuevo!
Alma mía: Estos árboles desnudos
sean para ti ejemplo.
Renuncia, como ellos, a lo vano;
despójate, como ellos, de lo viejo.
Si en ti muere una idea, para siempre
arráncala de ti y échala al viento.
¡Porque son los cadáveres de ideas
la estéril pompa del follaje muerto!
No finjas pensamientos que no pienses,
no sientas con fingidos sentimientos.
Antes que así, desnuda,
resiste los rigores del invierno,
¡Que al cabo tornará la primavera
y a ti también te vestirá de nuevo!
Enrique Ruiz de la Serna
Con sabor femenino llegan poemas bellos como este, que nos hablan de vida compartida…
ESTOY HECHA DE RETAZOS
Estoy hecha de retazos,
pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía
y que voy cosiendo en el alma.
No siempre son bonitos, ni siempre felices,
pero me agregan y me hacen ser quien soy.
En cada encuentro, en cada contacto, voy quedando mayor…
En cada retazo una vida, una lección, un cariño, una nostalgia…
que me hacen más persona, más humana, más completa.
Y pienso que es así como la vida se hace:
de pedazos de otras gentes
que se van convirtiendo en parte de la gente también.
Y la mejor parte es que nunca estaremos listos, finalizados…
Siempre habrá un retazo para añadir al alma.
Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes,
que forman parte de mi vida
y que me permiten engrandecer mi historia
con los retazos dejados en mí.
Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos
y que puedan ser parte de sus historias.
Y que así, de retazo en retazo,
podamos convertirnos, un día,
en un inmenso bordado de «nosotros».
De la Poeta brasileña Cota Coralina
Finalmente, esta oración del salmista tiene cerca de 3000 años, ¡y sigue tan actual!:
SALMO 138
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.